14/11/2024

LA LUZ EN EL DISEÑO

POR ARQ. CLAUDIA FAENA
CLAUDIA FAENA STUDIO

La neurociencia señala, desde hace décadas, que factores como el tiempo de la luz en el día, su intensidad, temperatura y el color, moldean nuestra percepción de la realidad. La iluminación es una herramienta importante para hacer una arquitectura que vibre con nuestras emociones.

La personalidad y el estilo de vida juegan un papel relevante. Las variaciones de la luz también tienen un peso muy específico en la intensidad de las emociones positivas y negativas. Ello explicaría, por ejemplo, que durante las estaciones con una mayor cantidad de horas de sol al día, lleguemos a sentirnos más activos que en otoño e invierno, justamente cuando se disparan los casos de trastorno afectivo estacional. La mayoría de los estudios se centran en los efectos de la luz natural en las personas, pero se ha detectado que dichas conclusiones pueden aplicarse a espacios con fuentes de tipo artificial.

“…No creo que la arquitectura sea sólo un refugio: Debe ser capaz de excitarte, de calmarte y hacerte pensar…” Zaha Hadid

En estas investigaciones se concluyó que la luz fría y fuerte es mejor para la concentración, por lo cual en los lugares de trabajo, la iluminación debe ser siempre blanca (unos 6500 grados Kelvin) o neutra, cercana a la temperatura de color de la luz natural (unos 5000 grados Kelvin), y por lo general, intensa. Estos tonos inducen a focalizarnos en el objeto propiamente dicho. Mientras que los cálidos (de 3500 grados Kelvin) favorecen la comunicación y suelen usarse en lugares de encuentro o de relax, como salas de reuniones, restaurantes, viviendas y hoteles.

“…La luz con su habilidad de evocar un sinfín de emociones es fundamental para elevar la calidad de vida en cada rincón del planeta…” Lexus (Milán- 2019)


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