30/09/2024

TIMOTHÉE CHALAMET ES EL ‘EL REY’

POR: Constanza Monferini- @coti.monferini

Chalamet aporta una pizca de carisma para interpretar al rey Enrique V en un drama histórico, enmarcado en un ambiente dotado por la presencia shakespeareana.

La elección de Timothée Chalamet por parte de David Michôd claramente se dirige para adeptos al halo millenial. Sin embargo, la película del australiano lleva consigo numerosos puntos de interés. En este sentido, si bien como espectador uno se pregunta inconscientemente si Chalamet está preparado para cumplir la gran función de este protagónico, sorprende desde la conformación e interpretación del personaje a lo largo de todo el film. Claro está, que por medio de su actitud pulsante, atrapa contundentemente por el estilismo que presenta tanto en sus expresiones como curva emocional del desarrollo de este rey. Enrique V del inicio del film, no el mismo al final del metraje. Hay una mutación. Y tal transformación, es pura invención del protagonista y nominado al Oscar de Call Me By Your Name.

Por ende, el actor hace honor en este largometraje basado en una versión libre de la historia de Shakespeare, sobre un inquietante, caprichoso y desobediente príncipe, el cual no quiere acceder su derecho al trono; pero por diversos acontecimientos se ve obligado a ser coronado como Enrique V.

En términos narrativos, es correcto el guión, aunque lamentablemente se pierde por querer acentuar en cuestiones netamente técnicas y estéticas, sin llegar a un mensaje claro para un espectador audiovisual poco entrenado. Es cierto que Michôd desarrolla varios tópicos relacionados a la corrupción del ser humano ante el poder, los efectos negativos de la guerra para las sociedades y el concepto de un nacionalismo, los cuales son tratados de forma tácita a través de los diálogos. El mensaje esta, pero el relato que se construye, no es algo dado. Por ello, no es evidente y requiere de un conocimiento más elevado en términos audiovisuales.

Pero más allá de lo anterior, el relato se centra en un Rey que cambia y se corrompe a lo largo del metraje, acompañado de un estudio excesivamente cuidado para llevar a cabo de una película de época.

Lo que resalta es la fotografía naturalista, la cual es inmemorable. La guerra es glamorosa y se impone en la mezcla de sonido, la puesta en escena y la coreografía actoral. Aunque es verdad, que la película resalta por una falta de un poco de originalidad y por el pésimo acento de Robert Pattinson quien recae al Delfín Francés.

Más bien, los delirios de grandeza por parte del director australiano, trajo aparejado un film hermoso en términos visuales, pero con algunos cabos sueltos en algunos pasajes narrativos del guion.

PUNTAJE: 6.5.


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