23/11/2024

NORTON AL RITMO DEL JAZZ, ES EL HUÉRFANO DE BROOKLYN

POR: CONTANZA MONFERINI ZAPIOLA- @cotimonferini.

En su segunda película, Norton muy audazmente combina misterio dentro de un código audiovisual hecho a la vieja usanza.

Poco saben que es el subgénero del policial negro. A lo largo de la historia de la literatura y el cine, se categoriza dentro de este marco a aquellos relatos que se centran en un delito u homicidio y en la búsqueda de su responsable. En este sentido, la idea de lo negro, confluye por la presencia de crímenes y los componente violentos que la constituyen. Siempre teniendo en cuenta, el concepto violento dentro del canon en que surgió esta corriente, el cual pertenece a los años 20. Claramente la violencia transmutada en imágenes, no es la misma de la década del 20 que en la actualidad. Pero aun así, todo tipo de violencia que se enmarque por medio un personaje que sea policía, detective u investigador y se relacione con el mundo criminal, forma parte del policial negro.

Sin dudas, el segundo film de Edward Norton no es solo un policial negro, sino que además, se estructura dentro de un lenguaje y código audiovisual inspirados en grandes clásicos como Chinatown. Más bien, es un film que se desempeña dentro de un tipo de cine cada vez más difícil de hallar dentro de lo que Hollywood ofrece hoy en dia. En sí, Los Huérfanos de Brooklyn trata acerca de un detective privado llamado Lionel Essrog (Edward Norton), quien sufre Síndrome de Tourette e intenta resolver el asesinato de su mentor y amigo, Frank Minna (Bruce Willis). Con pocas pistas y su mente insistente, deberá enfrentarse a la corrupción del Estado y al ministro más peligroso de la ciudad.

Claramente, esta pieza audiovisual se rige por medio de los parámetros clásicos y más clásicos del género, el cual lleva consigo todos los chicles más puros de este tipo de policial con una banda sonora que denota el año en que está situada la trama. Más allá que el libro de Jonathan Lethem (en que se basó el film) está enmarcada a fines de los años 90, Norton estratégicamente optó por llevarla a los años 50 y así lograr su comedido: rendir homenaje a los film clásicos del género. Norton como protagonista (además de ser director y guionista), se muestra totalmente creíble y sutil sin recaer en la exageración, a pesar que el personaje posee múltiples tics físicos y vocales, asociada con la pronunciación de palabras obscenas e inapropiadas. Es indudable que Norton le tiene un gran afecto a su personaje, y por ello, los espectadores empatiza rápidamente con él. Tanto la fotografía como la puesta en escena, recrean climas propios del género, por medio de la utilización de los colores fríos para acentuar el tono melancólico del film.


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