Por: Claudia Faena @claudiafaenaestudio
En nuestra cultura existencialista la alegría se siente a veces como algo muy volátil, superficial, sin peso propio. Nos parece que ser profundos es ser serios, solemnes, intelectuales, hablar de cosas importantes como la economía o las estadísticas de contagios. Nos parece que en épocas como estas reír, estar alegres, tener proyectos, está mal. Pero la realidad energética es otra, la alegría no es incidental sino esencial.
La alegría es una forma elevada del amor, es cuando sentimos que está todo bien. No hablo de una alegría resultado de un giro favorable de los acontecimientos, sino de la alegría que es un acompañante constante de todas tus actividades. La marca distintiva de este estado es la compasión, y da al que vive en este estado una actitud positiva frente a la adversidad.
En momentos de restricción como los que estamos viviendo, donde no podemos salir y encontrarnos con los otros con libertad, sino que debemos hablar a dos metros, usar un barbijo que nos protege del virus pero nos tapa la sonrisa, sonreír desde el corazón es fundamental. Este es un tiempo en el cual no podemos planear o viajar en libertad. Es un tiempo en donde las normas de urgencia deciden nuestras vidas y un velo de tristeza y separación cubren nuestros días, hoy más que nunca hay que estar alegres. Eso implica tener voluntad con nosotros mismos y trabajar para estarlo y tener empatía con el otro y ser comprensivos y pacientes.
Les quiero compartir un secreto a voces, la alegría es contagiosa. La persona alegre, que siente que está todo bien, se eleva sobre los detalles de la razón y transforma los lugares con su energía, contagia a los demás y una fiesta ocurre a su alrededor.
Se preguntarán ¿qué tiene que ver hablar de la energía alta de la alegría con el diseño? Tiene mucho que ver porque los lugares influyen en nuestra biología, de esta forma diseñar espacios alegres es la mejor forma de actuar en estos tiempos de pandemia. Crear lugares que estimulen nuestra vibración para elevarla a través de los colores, la luz, la naturaleza, las texturas es fundamental. Los espacios alegres, nos dan alegría, nos contagiamos de ellos como de las personas, y a su vez le devolvemos alegría al lugar y de esta forma se genera una espiral ascendente que nos protege de nuestros pensamientos reiterados y descendentes. Seamos todos militantes de la alegría y salgamos a conquistar este mundo que se nos presenta gris para transformarlo en un mundo rosa y dorado lleno de amor y expansión.
Por eso colegas y amigues, hoy en el día del arquitectes los invito a dibujar la vida con la tinta de la alegría.
Patio de los chicos , en Palmera Crespo. Diseño Claudia Faena Estudio, Desarrollo Grupo Portland, Lopatin Arquitectos.