14/11/2024

DIARIO DE UN VIAJERO

Salir de la zona de confort y lanzarse a lo desconocido

POR  LEÓN JIMÉNES  @leonjimenez19 

Algunas personas encuentran su paz y su lugar en lo conocido, lo familiar y repetidamente explorado. Ese espacio en el cual el margen de lo impredecible se reduce a lo conducido sobre la línea de la estabilidad. En cierto punto, todos los seres humanos necesitamos crear nuestro espacio y adueñarnos de él siendo reyes de nuestro propio dominio. Generalmente ese lugar es materializado en objetos, personas o lugares. Comúnmente denominado como “zona de confort”.

Mi caso, quizás se inicie en una infancia con la suerte de ser familia de viajeros, una niñez que  desencadeno la gestación del famoso «bicho viajero interior» fortaleciendo el interés por el resto del mundo. Luego vinieron viajes de estudio, vacaciones de amigos hasta que un día se dio la oportunidad de vivir un año en Nueva Zelanda. Cuando tenía 22 años decidí hacer mi primer viaje «solo». Con la carrera de arquitectura a la altura de tesis, decidí poner la vida cotidiana y los estudios en pausa, para salir en busca de una experiencia de vida.. Fue un año increíble e inolvidable pero principalmente fue mi puerta de ingreso al mundo del viajero.

 

Llegó el momento de regresar, retomar mis vínculos, actividades y volver al estudio, con los recuerdos siempre presentes de las  paradisíacas playas de Tailandia. No fue tarea fácil. No obstante, con objetivos claros, y la certeza de que volvería muy pronto a aventuras similares, logré recibirme con sorpresiva rapidez y arrancar mi vida laboral en el ámbito profesional.

El paso del tiempo me anclaba cada vez más en una situación de confort, con buen trabajo en mi rubro, situación económica estable, buenos amigos y una vida agradable. Mis ansias de ruta se fueron saciando en los subsiguientes años con mini viajes, fines de semana de campo, y sembrando una premisa que al día de la fecha aún conservo: siempre que mi situación personal del momento lo permita, recorrer al menos un país nuevo una vez por año, así llegado a viejo, podría reconfortarme en el hecho de haber conocido una muy buena parte del mundo. Llegaron muchas travesías por Sudamérica, Norteamérica y Europa. Fueron hermosos viajes, cumpliendo anhelos como visitar Machu Pichu, El Caribe, ruinas Mayas, el Amazonas, y grandes ciudades de Europa.

Con el tiempo, a pesar de la comodidad que disfrutaba, percibía que una parte de mi me pedía un cambio. Necesitaba soltar, despojarme y correr nuevamente hacia mi «libertad» tal como yo la entendía. Fue entonces que decidí dejarlo todo, colgarme la mochila nuevamente y dejar fluir mi esencia de viajero. Renuncie a mi trabajo, a mis afectos y a la comodidad de mi hogar. Esta vez sería distinto, no serían unas extensas vacaciones más, sino que me decidí a iniciar un viaje sin fecha de regreso.

Nueve países han estado en mi ruta en este periodo, Malasia, India, Singapur, Indonesia, Tailandia, Camboya, Vietnam, Filipinas y Australia, donde actualmente resido. Miles de instantes, experiencias y desafíos han enriquecido mi vida. No tengo dudas que en mi historia personal todo ha valido la pena y me reconozco como afortunado y agradecido, encontrando  la felicidad en el recorrido más que en el destino.

Estoy viviendo un nuevo libro con páginas en blanco. Hoy por hoy siento que no se en que pagina del libro estoy, si está terminando o recién arranca. Lo que si se, es que cada día quiero intentar que sea el capítulo más rico de todos, con un horizonte sin línea y de trayecto continuo.

 


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