Las altas temperaturas llevaron a que se conviertan en un accesorio fundamental.
Los abanicos existen desde hace muchos años, las personas de clase social alta los utilizaban y acompañaban sus looks. Lo cierto es que con el pasar de los años, todas las personas comenzaron a usarlo y actualmente, con la ola de calor que hay, se han vuelto un boom.
Esta semana las princesas Leonor y Sofía lo usaron durante un acto público en Santiago de Compostela. Las altas temperaturas son las responsables de haber recuperado un objeto que lleva décadas relegado a ceremonias y a mujeres a partir de 55 años. “La idea del abanico de la abuela está despareciendo”, afirma Katerina, de Olivier Bernoux, diseñador y promotor del “abanico moderno”.
“Cada vez entran en la tienda más personas de todas las edades y distintos países buscando abanicos. Y se ve en la calle que está volviendo, lo que nos da mucha alegría”, declara esta mujer. En su tienda, el más vendido es un abanico negro con la leyenda: “I’m hot”.
Más allá de su uso en días de calor, al abanico le está costando convertirse en accesorio de moda.
El abanico plegable, llegó de Oriente en el siglo XV, entró en Europa gracias las rutas comerciales que abrió Portugal con Japón y China y de ahí se exportó a las clases altas, que fueron las primeras en adaptarlo.
Catalina de Medicis, gran influencer de la época, fue una de las principales impulsoras. Fueron los perfumistas los primeros encargados de fabricarlos y, al tener la corte los suyos propios fue allí donde se elaboraban los que lucía las clases privilegiadas y a los que aspiraban las más bajas. Perfumar el abanico es un gesto que casas como Guerlain han promovido y que podemos replicar en casa con facilidad.