El SIBO (Sobrecrecimiento Bacteriano en el Intestino Delgado) ha generado un creciente interés en la sociedad por lo que informar sobre su diagnóstico y correcto tratamiento es central. Pero, ¿qué es el SIBO y cuál es su tratamiento? es la primera inquietud que expresan las personas cuando escuchan por primera vez sobre este trastorno digestivo.
El Dr. Luis Caro, (MN 51580) Gastroenterólogo y presidente de la Fundación GEDYT y el Dr. Tomás Feijoó (MN 182198), director de Programas de dicha institución, respondieron las 8 preguntas más frecuentes sobre el SIBO:
“Es importante destacar que el SIBO (Sobrecrecimiento Bacteriano en el Intestino Delgado) no es una moda, sino un trastorno digestivo que ha sido reconocido y estudiado por profesionales de la salud durante mucho tiempo. Aunque en los últimos años ha habido un aumento en la investigación, difusión y atención respecto al intestino y su neurobiología, esto no significa que el SIBO sea una condición nueva”, Caro.
El hecho de que se escuche más sobre el SIBO en la actualidad se debe, en gran medida, a los avances en la tecnología diagnóstica y la mayor conciencia sobre la importancia del equilibrio de la flora intestinal en la salud. La disponibilidad de pruebas más precisas y específicas ha permitido una mejor detección y diagnóstico de esta condición”, Caro.
“Se trata de un sobrecrecimiento bacteriano. Esto se genera a expensas de la flora intestinal que normalmente se encuentra en el tubo digestivo. A esto puede sumarse la presencia de una ligera distensión o gases que normalmente están en el intestino grueso. Es normal que existan bacterias en el tubo digestivo, pero en cantidades y variedades que deben mantenerse limitadas. Cuando hay un crecimiento excesivo en la población bacteriana en el intestino delgado, hablamos de SIBO”, Feijoó.
“Cuando uno o más de los mecanismos de defensa se ven alterados o comprometidos. Todos tenemos bacterias en el tubo digestivo, pero en cantidades y variedades que deben mantenerse limitadas. Cuando hay un crecimiento excesivo en la población bacteriana en el intestino delgado, hablamos de SIBO”, Feijoó.
“Antes que nada, es necesario realizar un interrogatorio y examen físico completo y detallado. Existen pruebas como los ensayos terapéuticos con antibióticos, la aspiración de intestino delgado y posterior cultivo y, la prueba del aire espirado, que mide los gases generados por fermentación bacteriana. Siempre hay que evaluar las causas subyacentes que lo producen, desde el uso inadecuado y prolongado de antibióticos hasta intolerancias alimentarias. Estos análisis no duran más de 3 horas. Es importante aclarar que ante cualquier síntoma, siempre se debe consultar a un médico especialista”, Feijoó.
“Existen algunos factores que pueden ayudar a aumentar el riesgo de desarrollar SIBO, entre los que se encuentran: haber realizado alguna cirugía gástrica; tener un defecto estructural o lesión en el intestino delgado, tener enfermedades como de Crohn, Diabetes, linfomas intestinales o esclerodermias que afectan al intestino delgado, diverticulosis en el intestino delgado, y adherencias causadas por una cirugía abdominal previa”, Feijoó.
“Los síntomas son distensión, seguido de dolor. Esto se produce porque las bacterias fermentan nutrientes de la dieta, y dan como resultado una exageración de sus funciones normales como la producción de gases, lo que lleva a la aparición de distensión abdominal seguida de dolor por el efecto del exceso de gas sobre las paredes intestinales. Esto puede ir independientemente con diarrea o constipación, dependiendo de qué tipos de bacterias y cómo se desarrollaron”, Feijoó.
“Normalmente se trata con antibióticos específicos para las bacterias asociadas con el SIBO, para luego complementar con algunos probióticos adecuados para cada paciente. Con los antibióticos se eliminan las bacterias en número, variedad y cantidad, estas bacterias son generadoras de hidrógeno y metano, que son las que provocan la distensión del intestino y abdomen. Así se erradica las bacterias que no son propias de la flora intestinal y conservan la persistencia de las bacterias habituales y normales que necesitamos en nuestro tubo digestivo, ya que desempeñan un papel fundamental en el metabolismo. El tiempo del tratamiento depende de cómo evolucione cada paciente. Es importante hacer un seguimiento regular del paciente para ajustar el tratamiento en cada caso”, Feijoó.