26/11/2024
Un relojero, una diseñadora de modas y un maestro pastelero nos cuentan sus historias personales y por qué sus trabajos no pierden vigencia y se revalorizan a medida que pasan los años.
La tecnología avanza a pasos agigantados y, aunque tiene muchísimos beneficios para las sociedades de todo el mundo, cambia algunas realidades. Ya se conocen puestos de trabajo que se resintieron con la llegada de la Inteligencia Artificial y el ChatGTP.
Hace pocos días, la ganadora del premio literario más prestigioso de Japón, Rie Kudan, generó revuelo tras reconocer que cerca de un 5% de su novela había sido escrita con ChatGPT, la ya célebre herramienta de inteligencia artificial.
Y, sin embargo, hay algunas profesiones y oficios que siguen en pie no importa cuántos años pasen desde sus inicios. E incluso que se están revitalizando y ganando prestigio.
Charlamos con una diseñadora de modas – algo similar a una modista de tantas décadas atrás -, con un experto en relojes y con un maestro pastelero y panadero, un oficio que retrotrae hasta pasajes bíblicos.
Juan Marcelo Méndez hace 14 años que trabaja para la marca de lujo a nivel mundial, Omega. Los relojes de este tipo de marcas se transformaron con los años ya no solo en una herramienta de uso cotidiano, sino también en piezas de arte y de colección que representan un estilo de vida para sus consumidores.
Méndez fue autodidacta, no tuvo en su familia nadie que le inspirara esta pasión por el arte y la técnica de la relojería. “Ser experto en este tipo de productos es poder apreciar la belleza estética, con materiales preciosos, trabajos artísticos pero también funcionales, y la mecánica de la ingeniería aplicada que consigue medir el tiempo gracias a la utilización de las leyes físicas naturales”, explica Juan Marcelo Méndez, de Omega.
Y cuenta que cada día en su trabajo es diferente: “A veces es solo cuestión de aportar todo lo posible para que un cliente haga una compra segura y basada en sus gustos y necesidades, pero en otras oportunidades es necesario hacer intervenciones en los relojes y, en otras ocasiones es necesario investigar para encontrar, reconocer e identificar modelos particulares”.
Gonzalo Gastón Gil tiene solo 32 años y, sin embargo, lleva a cabo en Jornal, la panadería y pastelería más famosa del barrio de Saavedra, un rol en los hornos y los amasados como podría hacerlo un profesional de otras épocas.
Estudió durante varios años e hizo curso con famosos españoles en la materia y con el mexicano Luis Robledo. Empezó a trabajar a los 19 años y ganó el primer lugar en el Campeonato Nacional de Pastelería Artesanal.
“Siempre tuve vocación por la pastelería, desde que era chico y cocinaba en mi casa con mis primos para las reuniones familiares y para las Fiestas. Desde que entré al secundario ya sabía que quería estudiar pastelería, más o menos en tercer año empecé a practicar las recetas que tenía en casa y se convirtió en una pasión”, cuenta Gonzalo Gastón Gil.
Daniela Piña tenía 7 años cuando empezó a dibujar vestidos y a ver cómo las mujeres de su familia cosían la ropa de grandes y chicos. En esa época se hablaba de modistas, esas mujeres que hacían la ropa a medida para las señoras de sociedad y los vestidos de novia y de madrinas para las bodas. Pero en su entorno nadie tenía este nivel profesional.
“Vengo de una familia muy humilde y todo el mundo de la moda me parecía un sueño de princesas y quizás eso era lo que más me atrapaba. En la adolescencia, ya me hacía mi propia ropa y la de algunas amigas. De vez en cuando a mamá le desaparecía un mantel, una cortina, era yo que robaba telas para diseñar y coser”, cuenta Dani, la dueña hoy de la marca Nahia, que participa en las fashion week de Nueva York.
A los 24 años ya trabajaba en su propia marca, en ese momento con otro nombre, vivía en la ciudad de Posadas y puso un local pequeño que fue su comienzo. Luego de vivir con su esposo y de tener hijos en Centroamérica, volvió al país y rearmó su proyecto. Hoy es parte de las pasarelas de Marbella, Nueva York, Dubái y Montevideo, pero también claro, de Buenos Aires y todo el interior del país.
Sin dudas, para estos y muchas otras profesiones, no importará cuánta tecnología llegue al mundo. Porque en sus manos, su talento y sus ideas creativas están las mejores herramientas.
