Como un cuento esta formado por miles de palabras, cada una de sus obras están integradas por miles y miles de pequeñas piezas metálicas unidas por soldadura, colocadas una por una, sin dejar nada al azar, generando vacíos que sugieren espacios o espacios que sugieren vacíos y que intensifican cada uno de sus trabajos.
¿Puede un material rígido, como el metal sugerir relatos, tramos, giros y consecuencias? ¿Pueden vacíos trasmitir sensaciones y sentimientos, mientras planos indican procesos y argumentos?
Pablo Salvador Rocha, escultor cordobés, asegura que si, que detrás de cada una de sus esculturas hay una historia, con tantas variantes como personas se detengan a observarla.
Rocha creó su propio lenguaje artístico, a partir de su amor por escultura clásica, y tomó el modelado de arcilla como un punto de partida y exquisitez de trabajo metalúrgico como su culminación.
Lo importante es captar la atención y es allí donde hay que poner el foco y la forma en que lo hace este escultor cordobés es a través de una técnica particular y detallista, que en tiempos de arte contemporáneo parece un bicho raro figurativo.