Sophie Lacombe: creadora de Acmée
1) ¿Qué significado tiene el nombre Acmée?
Acmé en francés es una palabra poco conocida y utilizada que designa la culminación del dolor y placer. Me gusta este doble sentido que puede ser percibido por cada persona como mejor le parezca, según su experiencia. Culminación del hedonismo, cumbre de la voluptuosidad, Acmée es un homenaje a las mujeres libres y audaces que no se atreven a dejarse intimidar. El nombre y el logo representan el ADN de la marca: instintiva y versátil, alternativamente la Eva del Jardín del Edén y la Lilith del mundo de los condenados, el universo de Acmée explora un mundo de placer y transgresión y permite la libre expresión de facetas de la feminidad que a menudo se descuidan. El logotipo es una inmersión en el universo de la marca: cuatro letras A similares, pero singulares. Es una ilustración de nuestras múltiples caras. El universo Acmée es un equilibrio inteligente de una elegancia ligeramente educada para los que les gusta leer entre líneas.
2) ¿Cómo surge la marca y qué te inspiró a crearla?
Desde que tengo uso de razón, siempre he soñado con ser joyera. Mi pasión por las joyas nació muy pronto: mi padre, que viajaba mucho, nos traía a mi hermana y a mí joyas étnicas de los países que visitaba. Las joyas siempre me han fascinado porque están llenas de cultura y significado. A medida que pasaba el tiempo y conocía gente, la idea de diseñar mis propias joyas y lanzar mi marca se fue afianzando: me formé en Gestión Empresarial y Marketing de Lujo en Edhec y obtuve un diploma en Gemología del GIA de Londres.
Al final de mis estudios, me incorporé al departamento de Marketing de Alta Joyería de Van Cleef & Arpels en París. En 2015, a los 25 años, me atrapó el gusto por viajar, el deseo de descubrir otros horizontes, otras culturas. Dejé la escena parisina para viajar por Asia y Sudamérica, en busca de otros lugares y de mí misma. Me enamoré de la capital argentina y me instalé allí. Me di cuenta de que existía una oportunidad real para una marca de joyas de diseño. Mientras que crear mi propia marca en Francia me parecía entonces un reto insuperable, descubrí en Argentina un país donde el espíritu empresarial es algo natural. Buenos Aires es una ciudad llena de energía creativa donde cada día nacen decenas de marcas: me dejé llevar por el ambiente de la ciudad. Encontrar un joyero artesano con el que trabajar mano a mano para desarrollar mis diseños fue todo un reto, pero en 2018, tras meses de desarrollo de producto, lancé Acmée. Hoy, la marca está bien establecida en Argentina, con un pequeño equipo de 4 personas.
El proceso de diseño es bastante instintivo: creo piezas que quiero llevar todos los días. Mi principal inspiración es el cuerpo femenino y cómo sublimarlo. La mayoría son minimalistas porque me gusta llevarlos acumulados y no quitármelos nunca, tienen que ser fáciles de llevar. En oro y diamantes, las creaciones están necesariamente limitadas por un determinado presupuesto porque realmente creo piezas para llevarlas todos los días y no para usarlas sólo en raras ocasiones. Diseñar es un acto de equilibrio constante para capturar la esencia del casual chic «à la française», su delicadeza, su sofisticación. Inventar y elaborar piezas con una estética sencilla y a su vez atrevida e innovar con diseños minimalistas y formas singulares de llevar las joyas.
3) Argentina y Francia, ¿qué diferencias hay entre sus estilos y qué los une?
Existe un vínculo real entre Francia y Argentina basado en una curiosidad mutua y un sueño lejano de otra vida. A mis ojos, la atmósfera de Buenos Aires está a medio camino entre París y América Latina, una capital cosmopolita y chic, extrovertida, cálida y atrevida, como los porteños. En materia de moda, compartimos los mismos gustos: elegancia refinada pero llena de carácter. La colección Acmée es un encuentro entre el estilo francés y el argentino; piezas sutiles y minimalistas, al estilo más Francés, conviven con joyas atrevidas y cautivadoras inspiradas por la extravagancia argentina. Nuestras joyas icónicas están disponibles en ambos países con adaptaciones locales, en función de las técnicas de fabricación y de las expectativas específicas de la clientela franco-argentina. El universo Acmée está hecho de mestizaje, cada cultura impregna mis creaciones.
4) ¿Qué es lo que hace que Acmée sea diferente?
Mi marca lleva mucho de mi historia, con una voluntad de cortar con lo establecido, creer en la disrupción, casi como un alma rebelde (en el mejor de los sentidos) que vuelve a las estructuras impuestas para erradicarlas y forjar su propio destino. Siento que esa descripción inconformista forma parte de Acmée y de mis diseños. Mi vida, mis elecciones, mis viajes y la gente que he conocido por el camino son una gran fuente de inspiración. Transmito también a través de mi marca. No creo que sea una persona rebelde en sí misma, pero sí siento que he tenido que tomar decisiones vitales inesperadas para conectar con quien realmente soy. Así dejé el fascinante mundo de la alta joyería parisina, en busca de una vida más libre. Hasta los 24 años me amoldé a la vida que se me planteaba sin pensar en lo que realmente quería, básicamente. Estudié mucho porque así es en mi familia; fui una buena estudiante y me esforcé por trabajar en la industria del lujo para las grandes casas parisinas, mi sueño desde niña.
Desgraciadamente, una vez conseguidos los objetivos que me había marcado a los 24 años, me di cuenta de que no era feliz y me lo cuestioné todo. No me gustaba mi vida en París, el mundo del lujo está lleno de formalismo y no deja espacio para la expresión. Rápidamente me sentí acalambrada, no podía admitir que esta sería mi vida a partir de ahora. Por eso lo dejé todo para viajar hasta encontrarme a mí misma, hasta encontrar una meta que me hiciera feliz.
No me rebelé en sí, pero creo que tuve el valor de admitir que los patrones preestablecidos no eran para mí después de todo y dejé de ajustarme a ellos. Diría que tengo un gran sentido de la independencia y la libertad y esto rige todas mis decisiones. Este inconformismo se encuentra en el nombre de la marca y su significado. Me encanta también que el nombre de cada joya evoque su inspiración, o sea, un juego de palabras «te tengo bajo mi piel», «el imperio de los sentidos», etc.
Es bastante raro que el lujo y el mundo de la joyería tengan humor y, aunque sólo lo hago a través de pequeños detalles, espero que los clientes no sientan que no nos los tomamos demasiado en serio.
5) ¿De qué manera se puede saber que los materiales que componen las joyas sean de calidad?
En mi caso particular, tengo en cuenta dos parámetros: el metal empleado y la legitimidad y buena reputación de la empresa. El metal que sea noble, como la plata, la plata enchapada de oro o el oro y el platino, según el presupuesto. Son metales que tienen un valor intrínseco, que no se deterioran con el paso del tiempo y que se pueden dejar en herencia.
Para saber si es una pieza hecha con un metal de valor, es importante comprobar que la pieza esté sellada con la calidad del metal (900/925/950 para la plata o 18kt/750 – 14kt/585 – 9kt/350 para el oro), ya que es la única garantía que existe. Si el metal es reciclado es aún mejor: nuestras materias primas proceden de la refundición de piezas antiguas, joyas rotas y residuos de talleres. Al refundir y procesar el oro y la plata de infinitas maneras, optamos por reducir la minería, una industria altamente contaminante, para limitar el agotamiento de los recursos de la Tierra. Lamentablemente, hoy en día no existe ninguna etiqueta o sello oficial que garantice el origen de los metales. También es importante la reputación de la marca: el boca a boca, una página web en la que se describa bien la calidad de los metales utilizados, un certificado de autenticidad que comprometa a la firma y un buen servicio de atención al cliente que responda a todas las preguntas legítimas que uno pueda tener al comprar una pieza de valor.
6) ¿En qué consiste la joyería ética que propone ACMÉE?
La joyería ética se basa en varios pilares fundamentales; por un lado, la durabilidad de las joyas: en el caso de Acmée, son modelos atemporales hechos de oro de 18 quilates, plata 925 y platino. Fabricamos nuestras piezas con metales preciosos que les dan un valor intrínseco y representan una inversión a largo plazo.
Por el otro, los metales preciosos son 100% reciclados y, de esa forma, se limita su impacto en el medio ambiente. Al refundir y transformar el oro y la plata hasta el infinito, se reduce la minería, una industria altamente contaminante y limita el agotamiento de los recursos de la Tierra.
A su vez, debe haber un origen y fabricación centralizados, para que el circuito sea corto. También es importante destacar que, al realizarse a través de pedido previo y no hay stock, se evita la sobreproducción y despilfarro.
Por último, las materias primas proceden de la reelaboración de piezas vintage, joyas rotas y residuos de talles. El oro y la plata se recogen, funden y transforman en nuevas aleaciones que utilizamos para hacer nuestras piezas.
7) ¿De qué forma hay que preservar las piezas para que perduren en el tiempo?
Una frase que me gusta utilizar es la siguiente: “tratá a tus joyas como a tu mejor par de tacos altos”. Nadie duerme, se lava, va al mar, a la pileta y hace deporte con sus tacones de fiesta, pero se puede bailar con ellos.
8) ¿Cuáles son los próximos pasos a seguir?
Promover la marca y continuar con el desarrollo de nuestra red de minoristas en Francia; hoy tenemos 10 tiendas en las ciudades más grandes del país y en el extranjero. A principios de marzo, abriremos un showroom temporal en París, durante la Semana de la Moda, para presentar nuestras novedades a los profesionales y estamos preparando nuestra participación en el salón Made In France del año que viene.