Como consecuencia del talle bajo, la lógica tendencia sobre la pasarela fue exponer la ropa interior. De repente, el hueso de la cadera volvía a ser una zona potencialmente erógena, realzada por los hilos de un fino tanga que asomaban por pantalones y faldas. Sobre la pasarela, LaQuan Smith los lleva capitalizando desde hace tiempo, mientras otras firmas como Versace o Subsurface lo incorporan emulando el efecto, más que jugando con la superposiciones.
El tanga ha sido el rey absoluto de las colecciones, al menos hasta ahora. Porque en esa exaltación del sexo que hacen los desfiles en periodo de post-pandemia, las bragas también están haciéndose un hueco fuera del cajón de la lencería. Las colecciones de otoño ponen de manifiesto que esta vez son unos centímetros más de tela los que asoman por el borde de la ropa. Empezando por Miu Miu: en una propuesta que continúa con la estética dosmilera viral de primavera, la casa italiana sigue apostando por microshorts, minifaldas y faldas midi (siempre tableadas) por las que asoman bragas a la vista de tejido satinado. Además, en diferentes colores como el azul o el crudo. No es la única: Y/ Project también ha hecho de ellas un complemento (si puede llamarse así) para sus looks vaqueros. Doublet, por su parte, las combina en color blanco con prendas deportivas y de silueta oversize.
Como tendencia, también pueden enmarcarse perfectamente en el retorno de la estética Y2K. Porque a comienzos de los 2000 el tanga no era la única prenda que se dejaba a la vista. Celebrities cuyo estilo era menos sexualizado también llevaron bragas (y boxers) por debajo de los pantalones. Pensemos en Gwen Stefani en concierto. O en Avril Lavigne y la estética de skater de sus inicios. «Avril apareció para representarnos a las que no nos identificábamos con la feminidad del pop ‘mainstream’ en una época en la que las estéticas del rock estaban vetadas para las chicas”, escribía** Alba Correa en un tema para Vogue.es, a raíz de su regreso con el tema ‘Bite me’. Frente al tanga y los pantalones ajustadísimos que exhibieron figuras como Christina Aguilera, otras artistas apostaban por exhibir la ropa interior en otros términos, combinados con pantalones cargo, estampados militares y botas de boxeo.
Esta forma de vestir alternativa que marcó el armario de las mujeres de la música en los 2000 venía ya de la década anterior: era un gesto de los skaters y especialmente, de la cultura hip-hop. Antes que Justin Bieber luciese sus pantalones casi a la altura del culo, estaba Eminem cantando Lose Yourself con unos pantalones del mismo calibre. Las TLC fueron el mejor ejemplo de que las artistas femeninas también vistieron así en los 90: crop-top ajustado, pantalón de chándal a la altura de la cadera y a la vista, ropa interior que podía ir a juego.
En 2022, la tendencia sigue sin distinguir entre colecciones. Más allá del womenswear, las propuestas masculinas ya dejan claro que el otoño será una temporada para enseñar la ropa interior. Que firmas como Louis Vuitton o Dior Homme hayan apostado por ella deja muy claro que el boxer a la vista también tiene cuerda para rato. A ellos se les suman marcas como Vivienne Westwood o Alled Martinez, cuyos calzoncillos pasan por tonos de moda como el lila o por estampados a contraste con la sastrería.
Ya no se trata solo de llevar ropa interior expuesta. Las bragas, como los calzoncillos, también son la nueva (vieja frontera) de la logomanía. En un momento en el que los emblemas de las casas pasan de los bolsos a estampar los vaqueros, también pueden encontrarse en el frontal de la lencería, a la vista. Lo lleva haciendo Miu Miu desde la primavera 2022. En otoño, MGSM o Dior Homme lo incluyen con una etiqueta de mayor tamaño, mientras que las de Y/Project se estampan directamente sobre la prenda.
En realidad, se trata de una tónica con solera. Solo hace falta recordar aquellas icónicas imágenes de Calvin Klein de 1992 en las que Mark Whalberg o Kate Moss aparecían en vaqueros, luciendo ropa interior blanca, con el logo impreso a lo largo de toda la cinturilla elástica. En los 90, la estrechísima vinculación entre el hip-hop y Tommy Hilfiger se extendió a la ropa interior: en la industria musical, tanto las TLC como las Destiny’s Child acabaron luciendo bragas con el logo. La cantante Aaliyah fue imagen de de alguna de sus campañas en la década, con top palabra de honor y braga a juego.
Hoy no existe una preferencia tan clara por una marca en particular como pudo haberlo en décadas pasadas. Pero cada firma está reclamando su pequeña parcela de reconocimiento. En términos de logomanía, toda opción es factible. Empezando por la pequeña etiqueta frontal de unas bragas.