La artista rompe su silencio para intentar desplazar a su padre del cargo que le impide tomar decisiones en libertad.
La anhelada libertad de Britney Spears está un poco más cerca. Este mismo miércoles tendrá lugar en el Tribunal Superior de Los Ángeles el primer juicio al que la artista acuda de forma presencial para verbalizar a la jueza encargada del caso su situación personal y profesional, la que desde hace 13 años se encuentra supeditada a las decisiones que toma por ella su padre, Jamie Spears. Decisiones que van desde la administración de su fortuna, hasta asuntos ínfimos como sus controladas salidas personales o la imposibilidad de conducir e incluso ver a sus hijos de forma libre. Su incapacidad, hasta el momento, es máxima. Un asunto que desde hace un año denuncia abiertamente dado que, según la intérprete, “la tutela es demasiado férrea y ejerce demasiado control en su vida”.
La popularidad de su caso crecía como la espuma cuando a principios de año se convertía en viral el documental sobre su vida ‘Framing Britney Spears’, proyecto que dejaba al descubierto las luces y sombras que su tutela mantiene hasta la fecha y que hacía popular el movimiento #FreeBritney. Ella misma ya habría comunicado en noviembre del año pasado que no volvería a subirse a un escenario hasta que su padre, que no tiene intención de abandonar el cargo, fuese retirado como tutor legal. Un avance que a principios de año lograba parcialmente cuando su progenitor perdía parte de la tutela viéndose obligado a compartirla después de que el Tribunal Superior de Los Ángeles fallara a favor de la cantante e incluyera un co-tutor elegido personalmente por la artista. Ahora su misión es lograr que este ente, perteneciente al fondo privado Bassemer Trust, se ocupe de forma total de su fortuna.