19/09/2024

CHANEL Y SU COLECCIÓN CRUCERO 2022: UNA ODA AL LUJO “OLD SCHOOL” DE MONTE CARLO

Referencias a las carreras, el lujo y la costa han marcado una propuesta en la que Chanel ha regresado a sus perennes códigos estéticos.

¿En qué piensa uno cuando escucha Monte Carlo? Fácil: lujo, glamour, carreras, playas y gente guapa. Y así de fácil lo ha planteado también Chanel en su último desfile Crucero 2022/2023, en el que ha presentado una propuesta cargada de brillos, velocidad, estampados dameros y, por supuesto, las siempre acertadas referencias inherentes a la firma.

La puesta en escena, irremediablemente alineada con la inspiración de la colección, ha planteado un desfile a la altura de las grandes ocasiones de antaño, con un interminable casting de modelos –abanderado por nombres como Rianne Van Rompaey o Vivienne Rohner– y la costa monegasca como telón de fondo. Auténtico lujo estival que sobre la pasarela se ha movido en torno al clasicismo más propio de la Costa Azul: blancos, azules, rojos y dorados han marcado la tónica general, en la que las rayas marineras han jugado también con el estampado damero propio de las tradicionales carreras nacionales.

Un clasicismo que se ha visto también en las siluetas, que han apostado por pantalones palazzo, la tradicional chaqueta Chanel de tweed, conjuntos de dos piezas y bermudas. Y todo, pese a que ha habido espacio para la innovación; porque si ha habido una prenda protagonista, ésa ha sido el mono. Una pieza que, de nuevo, remite a la tradición de la Formula 1 de Mónaco y que aquí se transforma en una lujosa opción para todos esos eventos en los que el dress code no queda del todo claro. Y es que, de nuevo, esa estética Motomami –que aquí preferimos denominar Montemami– se deja adivinar entre cuadros, estampados y, sí, incluso a través de un casco colgado del brazo como complemento indispensable.

Pero más allá de los guiños referenciales, los brillos han resultado determinantes a través de potentes dorados y elementos como las lentejuelas, que han plagado túnicas, cazadoras y vestidos. En el otro lado de la balanza, sin embargo, blancos impolutos salpicados de aplicaciones de flores han apostado por la estética diurna y angelical, creando una doble vertiente en la que sí, hay espacio para la ostentación, pero también para un relajado día de playa enfundada en organza blanca. Porque Monte Carlo es lujo, glamour y bling bling, pero también relajación, calma y refinamiento atemporal. Justo igual que la maison.


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