Estas son preguntas que los científicos de hoy están intentando responder y de las cuales se ocupó el Feng Shui, hace unos cinco mil años en China. En el presente, algunas de las intuiciones de esta ciencia milenaria están encontrando una explicación científica a través de la neuroarquitectura, que pretende diseñar entornos que funcionen en armonía, no sólo en lo físico sino en lo mental.
Esta nueva disciplina estudia un paso más allá del color que nos hace bien en un ambiente, sino el impacto específico que tiene sobre el estrés, las hormonas y el tipo de pensamientos que generamos.
Actualmente, se está investigando la relación entre los espacios amplios y el pensamiento creativo, el poder misterioso de la naturaleza para estimular tanto la concentración como la curación de las personas después de una enfermedad, y sobre el impacto de los edificios o muebles con ángulos afilados sobre nuestras amígdalas, implicadas en los sistemas de defensa y agresión. Se trata de conocernos por dentro para construir lugares en consonancia con nuestro bienestar físico y mental.
De esta manera, podemos decir que el entorno positivo tiene tres características básicas:
Así, diseñar espacios es mucho más que crear ambiente lindos. Los espacios influyen en tu mente y en tus emociones y pueden conseguir que te sientas más relajado, más seguro y más creativo.