La Casa Real británica ha confirmado la noticia a través de un breve comunicado.
La soberana de Reino Unido, Isabel II (Londres, 1926), ha fallecido este jueves a la edad de 96 años en el castillo escocés de Balmoral, su residencia de verano, tal como ha confirmado el Palacio de Buckingham a través de Twitter. “La Reina murió pacíficamente en Balmoral esta tarde. El Rey y la Reina Consorte permanecerán en Balmoral esta noche y regresarán a Londres mañana”, reza el mensaje. Las alarmas se habían desatado horas antes con el anuncio de la Casa Real británica en el que se decía que los doctores de la reina estaban preocupados por su estado de salud y, tras una evaluación, habían recomendado que permaneciera bajo supervisión médica.
Después de conocerse este empeoramiento, el heredero de la Corona, Carlos de Inglaterra, y su esposa Camilla Parker Bowles, se desplazaban hacia el citado refugio escocés, seguidos por distintos miembros de su núcleo familiar. Liz Truss, la primera ministra del país –quien había tenido un encuentro público con la monarca el pasado martes, cuando recibió por parte de esta el encargo de formación de Gobierno– también había mostrado en redes sociales la “profunda preocupación” de toda la nación ante la noticia. En una posterior comparecencia ante los medios ya a última hora de la tarde, Truss ha declarado lo siguiente en relación a la soberana: “Fue la roca sobre la que se construyó la Gran Bretaña moderna y nuestro país ha florecido bajo su reinado”.
Isabel II, protagonista absoluta del XX, ha sido la segunda monarca más longeva de la historia, solo superada por Luis XIV de Francia. Ascendió al trono el 6 de febrero de 1952 tras el fallecimiento de su padre, Jorge VI, y ostentó el cargo de la Jefatura del Estado, gobernadora suprema de la Iglesia de Inglaterra y soberana de otros quince Estados independientes que forman parte de la Commonwealth durante más de 70 años. Siete décadas en las que ha sido testigo y activo político de momentos cruciales para el devenir de su país: desde la crisis de la posguerra mundial y los Gobiernos de Winston Churchill en los albores de su reinado hasta el polémico Brexit o la reciente celebración, el pasado junio, de su Jubileo de Platino –pasando por otros hitos críticos como la guerra de las Malvinas a comienzos de los ochenta o el accidente que puso fin a la vida de Lady Di en 1997–.
Se prevén 10 días de duelo en los que las banderas del país ondearán a media asta en todos los edificios oficiales. Al igual que ocurriera con la muerte de la reina madre, en 2002, la capilla ardiente se instalará en el Palacio de Westminster, sede del Parlamento británico, donde todo aquel que así lo desee podrá presentar sus respetos hasta que se celebre el funeral.
Hija de los duques de York, la reina Isabel, de nombre Isabel Alejandra María, nació el 21 de abril de 1926. Nada hacía presagiar que la futura monarca, sobrina del rey Eduardo VIII, accedería algún día al trono de su país. Sin embargo, cuando en 1936 su tío abdicó para poder casarse con el amor de su vida, Wallis Simpson, el padre de la reina Isabel, el rey Jorge VI, accedió por sorpresa al trono. De la noche a la mañana, su hija mayor, la reina Isabel II, se posicionaba en primer lugar en la línea sucesoria al no haber en la familia ningún hijo varón.
Durante la Segunda Guerra Mundial, la entonces princesa Isabel tuvo un papel más que activo en el Servicio Territorial Auxiliar, la rama femenina del Ejército Británico de la época, dando ejemplo de su entrega y sacrificio por el Reino Unido. En 1947 viajó con sus padres a África, su primer viaje oficial al extranjero. Allí, y por su 21 cumpleaños, la reina Isabel II aprovechó su discurso para jurar lealtad al país: “Prometo, ante todos ustedes, que mi vida entera, sea corta o sea larga, estará a su servicio y al servicio de la gran familia imperial a la que pertenecemos”. Más tarde, ese mismo año, la reina se casaría con el príncipe Felipe.
Un año después llegaría al mundo su primer hijo, Carlos, el príncipe de Gales. En 1951, a sus 56 años, fallecía el rey Jorge VI. La noticia sacudió a la reina Isabel, que se encontraba en un viaje oficial en Kenia en sustitución del monarca. Rápidamente la reina y su marido volvieron a Reino Unido mientras, en paralelo, comenzaban los preparativos de su coronación, que tuvo lugar finalmente en el 2 de junio de 1953. Una vez en el trono, la reina fijó su residencia oficial en el Palacio de Buckingham, donde ha residido hasta el día de hoy y donde han crecido el resto de sus hijos: la princesa Ana, princesa real; el príncipe Andrés, duque de York; y el príncipe Eduardo, conde de Wessex.
Durante su reinado, la reina Isabel II ha presenciado toda una revolución y un cambio social sin precedentes: ha visto independizarse a doce países que, una vez, formaron parte del gran imperio británico; ha visto a su propio país unirse y marcharse de la Unión Europea y ha visto cómo, en el Reino Unido, se transferían más y más competencias a los parlamentos de Escocia, Gales e Irlanda del Norte. Junto a ella, han liderado el país nada más y nada menos que 15 primeros ministros diferentes. La reina ha vivido guerras y periodos turbulentos en sus territorios y ha vivido en carnes propias el trauma y la tristeza. Eso sí, ni una sola vez se ha desviado mínimamente de sus obligaciones y sus apariciones públicas como monarca.
En 2021, el príncipe Felipe, duque de Edimburgo, fallecía a los 99 años (tras 73 años de matrimonio). Atrás quedan, eso sí, sus familiares directos y cercanos: cuatro hijos, ocho nietos y doce bisnietos.
Pese a que todavía no se han hecho públicos los detalles, se cree que el funeral tendrá lugar en la abadía de Westminster. El arzobispo de Canterbury se encargará de presidir la ceremonia tras el cortejo fúnebre, que comenzará en la sala capitular de Westminster. Los restos de la monarca, con total probabilidad, descansarán en la capilla de San Jorge, en el castillo de Windsor, donde se encuentran también los de su padre y su madre.
Personalidades de todo el mundo y todos los campos han expresado sus condolencias ante la noticia. En numerosos casos, se ha alabado el éxito de un legado marcado por la estabilidad y espíritu de unidad que emanaba su figura. Y, sobre todo, su profunda lealtad a la Corona.