Hoy visité el jardín de Monet en Giverny, quedé tan impactada como el resto de los visitantes. En este encuentro con el jardín que luego vemos plasmado en los cuadros de Monet nos damos cuenta que el arte no es sólo producir un objeto sino generar una relación entre el espectador y el arte.
Por: @claudiafaenaestudio
Monet logra armar de su estilo de vida, de su casa, de su jardín una instalación de forma adelantada en el tiempo, que luego pinta.
El jardín de Monet en Giverny es el logro de un artista rebelde que se opuso a un sistema presentando sus pinturas en la exhibición de 1874, creando un shock y una nueva corriente pictórica llamada impresionismo y que años después se opone a lo establecido creando un nuevo sistema con un jardín que hoy deja de ser un objeto a pintar para convertirse en la primera expresión de land-art. O sea que el jardín en sí mismo se convierte en la obra de arte que permite ser transitada, olida, sentida, tocada, reconocida cada día distinta, con flores que nacen y flores que mueren. Como la vida misma el jardín nace y muere, se renueva.
En Giverny nos damos cuenta que el arte empieza a desarmarse. El arte deja de ser arte, el arte se vuelve vida.
De esta manera les propongo como homenaje a un artista excepcional y a nuestra propia existencia, que transformemos nuestras vidas en obras de arte. Les propongo que la tratemos como nuestro jardín secreto y la llenemos de flores, de dulces fragancias, de amor, de cuidados y que nos ocupemos de sacar los yuyos que arruinan nuestro jardín. Citando a Jairo en su canción Honrar la vida,
“Eso de durar y transcurrir no nos da derecho a presumir, porque no es lo mismo que vivir honrar la vida.”