POR: Flavia Tomaello- @flavia.tomaello
La danesa experiencia Hygge ha desembarcado en el país con un inteligente y propio uso del concepto apenas a una hora de Buenos Aires.
Acariciar a tu perro mientras ves una serie. Jugar a las cartas en una noche de amigos. Sacar las hojas secas de tu balcón. Leer el libro que te espera en el sillón más mullido de tu casa. Comer rico, mantener las manos tibias, escuchar el sonido de las hojas cuando chocan con el viento. Ver las figuras que arman las nubes, enamorarse del aroma a pan caliente… cuando se buscan recuerdos que sacan sonrisas, siempre se trata de esas cosas. Aquellos pequeños destellos que hicieron grato un momento.
Esa es la filosofía danesa cuyo nombre es Hygge (se pronuncia «hu-ga») y que es lo que ellos consideran el secreto de la felicidad. Es el secreto que ha llevado a Dinamarca a superar a países como Islandia o Suiza en índices de felicidad. Más que de las cosas se trata de la actitud con que las personas se conducen respecto de ellas. Es que el rico olor a comida puede estar ahí, pero depende de la decisión de cada uno detectarlo.
Hygge Home partió de ello. De seducir actitudes capaces de apreciar la simpleza de lo que se encuentran. Radicado en Capilla del Señor, a pasitos de Buenos Aires, une un hotel, un cúmulo de actividades, alternativas de eventos y un restó en un inmenso campo con traza de eucaliptus plantados por Manuel Belgrano hace 200 años. Una histórica casona de 1860 donde funcionó una de las más antiguas casas de remate feria del país. El casco incluye ocho habitaciones amplias (de 30 metros cuadrados con baño en suite), repletas de luz natural, con ventanales al amanecer del campo. Pileta, lago, palomar, molino, huerta, cancha de fútbol, gallinero, mini golf de 8 hoyos, open bar, bosque fogonero, parrilla y hornos de barro… y tanto más. Escabullirse entre los árboles para leer o mirar a las ovejas pastar permite un tránsito de encuentro con uno mismo mientras el pájaro carpintero cumple su jornada de trabajo.
Crear acogedor
La actitud se inicia en los anfitriones. Sofi y Marcelo reunieron una larga historia de aventuras vividas en conjunto, además de las personales. Con todo ello, sin darse cuenta, armaron una casa grande, apta para recibir con calma, sin premuras, donde el tiempo reina y está allí para gozar de los detalles. Los cuartos fueron pensados con calidez y calidad. La blanquería es de cinco estrellas. Los detalles decorativos se multiplican en las tramas y los pequeños accesorios. Los colores provienen de la esencia nacional y se entremezclan con las tendencias de deco. Cada objeto tiene una causa, algunos han sido hechos a medida, con fuerte dedicación del recurso local. Esa es una de las metas: articular con el entorno.
El equipo de cocina se luce en todas las etapas gastronómicas. Ir sólo a probar el restaurante es una gran idea. Las pastas están hechas con amor. El pan se cuece en el horno mientras se lee la carta. Los postres tienen productos de granja. La cava se creó a medida con bodegas pequeñas, artesanales, con testeo uno a uno de los vinos en carta y elección de ediciones exclusivas. La experiencia suma experiencias. No es intrascendente pasar por Hygge Home. De allí uno se lleva puesto algo en el alma… y muchas ganas de volver.