POR SOFÍA RISLER
¿Quién es Fabiana Renault en tres palabras?
Inspiradora, maestra y coleccionista de ideas.
Para los que no te conocen, ¿cómo describirías tu trabajo y profesión?
Trabajo inspirando procesos de innovación y formando mentes creativas. En las empresas participo desde un formato “consultoría o coaching”, estimulando y aportando herramientas para la gestión innovadora, la construcción de equipos con un ADN emprendedor, y la reformulación creativa de problemas, de modo que las ideas nos aporten nuevos modos de abordar lo que siempre ha sido un obstáculo.
¿Qué significó, siendo mujer, trabajar en una de las agencias más importantes de Argentina en los años noventa?
Tantas cosas, y a la vez, tan pocas. A veces me defino como una “publicista en recuperación”. Teníamos una mina de oro, que era el poder de nuestras ideas, pero nunca usábamos esa fuerza para mejorar el mundo en el que vivimos.
Creo que los publicistas nunca entendimos que nos lee más gente de la que imaginamos y esa es una responsabilidad tremenda. Incluso hoy, asistimos a la vanalización de las ideas pensadas por la mezquindad de ganar premios y no por el deseo de transformar. Que toda una industria estimule eso, a veces, me da vergüenza ajena.
De trabajar para agencias a emprender tu propio proyecto, ¿cómo se dio esa transición?
Se dio sin darme cuenta. Siempre fui emprendedora: por ejemplo, en tercer año del colegio vendía bufandas escocesas. Emprender, justamente, es creer en una idea contra viento y marea, algo que fue un estigma en mi vida. Hoy, agradezco esta transición que sucedió sin que la percibiera. Amo estar pensando en cosas cada vez más trascendentes como lo son la invocación, el aprendizaje, el poder de pensar y la transformación como consecuencia de este proceso. Si hemos visto que el sistema debe ser capitalista, por lo menos que el consumo nos haga mejores personas.
Sos una cazadora de talentos ¿cómo te das cuenta cuando estas frente a uno?
Lo siento: cuando entro a un aula, ya sé quién es el mejor promedio, a quién quiero tener cerca y quien va a trascender mi mundo. Lo mismo me pasa cuando entro a una empresa. Siempre se me ha pedido que recomiende talentos, hoy lo hago de manera más orgánica y sistematizada, pero sigue siendo la intuición la que hace a mi ojo más efectivo.
“Los problemas son inspiradores”: ¿cómo podemos amigarnos con nuestros problemas y utilizarlos a nuestro favor?
Los problemas son geniales. Lo que yo propongo es reformularlos creativamente, mirarlos desde donde nadie se atrevió a hacerlo, considerarlos como si pertenecieran a otra industria. Solemos ser solemnes con los conflictos, y éstos son despiadados, hasta que los miramos de frente y les decimos: “a ver vos, ¿qué aprendizajes tenés para darme?”. En ese instante, se vuelve un trampolín. Claro que esta habilidad se entrena: una idea es poderosa cuando soluciona una situación.
¿Qué consejos le darías a alguien que busca ser más creativo”?
Que busque un/a buen maestro/a. La innovación nos hará transitar caminos duros como para hacerlo solos. Para ser creativo no hay que tener talento, hay que entrenar las habilidades interpersonales. Encontrar tu maestro es desafiar esa habilidad.
¿Cómo se puede promover el pensamiento creativo en las empresas?
Haciendo, haciendo y haciendo. Hay que estimular la co-creación, aboliendo el verticalismo bajo la excusa de “debo reportar a mis superiores”. No es adorado quien innova en el momento, pero después sí, como pasó con Favaloro, Vincent van Gogh y tantos otros.
Otra forma de estimular la creatividad es dando espacio a las emociones de cada colaborador a través de lo que me gusta definir como “liderazgo creativo”. Para promover hay que inspirar, y a veces, eso implica renunciar a ser el dueño de la idea para ayudar a otros a que las tengan.
¿Cuál es el error común de las empresas en su afán de ser más “innovadoras”?
Querer certezas, tener miedo al riesgo, estigmatizar el error, no estimular a los “hacedores”, querer medir todo con números, pedir permiso. En todo caso, si vamos a pedir algo a la hora de innovar, hagamos y luego pidamos perdón.
¿Qué es una “small idea”? ¿Cómo podemos generarla?
Son ideas pequeñas que suceden casi sin que nadie las advierta pero que son tremendamente disparadoras. Hay que generar espacios cómodos e inspiradores de trabajo, sin gente tóxica, con belleza, con la posibilidad de escuchar música, tomar mate, y lograr todo lo que dignifique: Las “small ideas” pueden brotar de cualquier colaborador.
¿Por qué crees que estamos viviendo una “revolución creativa”?
Porque hay millones de ideas transformando la realidad y que no necesitan de presupuestos. Miles de personas se forman como ingenieros, arquitectos o médicos, y terminan haciendo algo completamente diferente, pero tremendamente necesario.
¿Qué es para vos el feminismo? ¿Como pensás que sería una forma “creativa” de manifestar la lucha por la igualdad de género?
En primer lugar, creo que las mujeres tenemos que dejar de ser machistas y no ser víctimas que no cuentan nada para no quedar expuestas. Es necesario hablar, hablar y hablar, hasta que el tema se vuelva cotidiano y accesible. Hay que conversar y comprender que no se trata de defender a la mujer sino de no marcar diferencias entre los géneros. Hay que quejarse menos y hacer más.