De esta forma nuestra vida cambia a cada rato, vivimos en un lugar, y luego en otro. Cambiamos de casa y de continente. Los océanos no son impedimentos en nuestro tiempo, se cruzan con un chat, o en un avión lowcost, todo es accesible y posible.
La vivienda y su diseño y la forma de equiparlo debe por eso ser flexible y centrado en la energía de la persona. Centrarse en las personas no sólo involucra pensar en la energía de la persona que habita el lugar a diseñar sino en las personas que fabrican los insumos que vamos a comprar.
“O se hace el cambio o se sufre el cambio. Yo prefiero hacer el cambio. Hacer el cambio es buscar hacerlo siempre del mejor modo” Michelle de Lucchi.
Así es importante el diseño y su producción sustentable tanto en relación a la ecología del planeta como a la ética de las relaciones laborales.
Esto marca hoy las tendencias en el diseño de interiores que se dividen en: Nómades abarcan todo tipo de equipamiento que puede ser plegado y trasportado por su usuario de un lado a otro. “Ecológicos” productos que son biodegradables, o hechos con desechos, o sobras de otros productos, “productos con conciencia social” conocer la procedencia y saber quién es el artesano.
La nueva suntuosidad como lo venimos diciendo en esta columna ya no se basa en un producto caro sino en un producto que se adapte a mi vida cambiante y cuide a la gente y al planeta, incluyéndome a mi.