LA MUJER MÁS HERMOSA

En mi experiencia dando charlas frente muchas mujeres, estando en contacto directo con miles de ellas a través de redes sociales, y por mis años que llevo trabajando dentro del amplio mundo de la estética, no hay mujer que no se queje fuertemente de, al menos algo, de su cuerpo.

No se realmente cómo son las mentes femeninas en otras sociedades. Por los países que visité, y por haber vivido afuera unos cuantos años, debo reconocer que lamentablemente, la mujer Argentina es bastante más acomplejada de lo que se ve en otros rincones del mundo.

No voy a adentrarme en el socialismo femenino ni tratar de cambiar ese chip. Porque creo que es algo que se tiene que ir logrando en la medida en que una sola, por sí misma, quiera dejar que ese picoteo constante de nunca estar conforme al 100% con nuestro cuerpo, nos siga persiguiendo. Es como tirar basura en la calle. Quizás uno puede ir dando mensajes de que no lo hagan más, pero no hay mejor acción que empezar por una. No tirar más basura a la calle, que nuestros hijos se eduquen con ese ejemplo, y así generacionalmente la masa irá evolucionando.

Ahora, si el cambio no lo hago yo. Si, como algunas mujeres dicen, yo estoy feliz con mi cuerpo y todo lo que me tocó. Pero yo a ese cuerpo no lo cuido como a un templo, y frente al primer cambio emocional me como la heladera entera, o vivo desaliñada aparentando en que lo estético no me importa, tan felizmente no estoy habitando ese cuerpo. Porque la mujer, por naturaleza, es estética. Y esto sí sucede en absolutamente todo el mundo. A la mujer le gusta verse bien, sentirse bien, tener energía, estar de buen humor, volar en endorfinas.

Entonces es aquí donde entramos en el terreno de qué es la belleza? Si tengo kilos de más entonces no soy feliz ni bella? Si por el contrario vivo haciéndome de todo para estar impecable, no soy feliz?.

Las mujeres tenemos un universo enorme a nuestra merced para embellecernos. Para darnos un toque cada día y vernos mejor, para ponerle un poco de ganas a nuestro aspecto, porque créeme que sí, a toda mujer le importa o le afecta su aspecto. También existe el universo para transformar cosas que no nos gusten si así lo deseamos. Y allí, dentro de ese terreno entramos en la delgada línea de hasta donde es ponernos lindas y ponerle onda, o vivir haciéndonos de todo y que nunca sea suficiente.

¿Por qué tenemos ese disco rallado constante en nuestra cabeza que nos vive recordando el defecto? Si ya los sabemos de memoria! ¿Tanto nos cuesta valorar como vinimos a este mundo? ¿Por qué somos tan exigentes? ¿Por qué tanto miramos cuerpos de otras mujeres y comparamos el nuestro pretendiendo en ello un constante cambio? ¿Por qué nos vivimos frustrando?

La manera de frenar con ello, primero es sincerarnos. Ese diálogo mental es nuestro, y quien tiene el click para ponerle OFF es cada una. Suena fácil decirlo. Créanme que con un poco de trabajo diario, de hablarnos más amorosamente, eso se logra. La mejor manera es empezar a hacerlo de manera gradual, ir cambiando el foco, la manera de tratarnos, mirarnos y hablarnos a nosotras mismas. En que si tengo cualquier cosa que no me gusta, saber que la tengo, pero de la misma manera tengo tantas otras para sacar a brillar. Y si, todas absolutamente toda persona tiene millones de virtudes para sacar a la luz. Cuanto más enfoques en ellas, más luz toman, y menos importancia empiezan a tener todas esas otras que tanto te picotean la cabeza a diario.

Creo también que el cambio está en dejar de criticar a otras mujeres. En no fomentar esas charlas femeninas en que el tema es otra mujer, y mucho menos algo físico. El bullying y crítica entre mujeres, en lo físico, emocional e intelectual es algo muy frecuente. Pero ello porque mamamos generaciones que vivieron pendientes de su imagen, mujeres que tenían tiempo para tirar al techo, y no encontraban mucho más entretenido que ponerse a chusmear. Por eso recuerden que el cambio está en el ejemplo de no tirar basura a la calle. Escucho charla que no suma entre mujeres, y simplemente cambio de tema. Elijo con qué personas quiero rodearme.

El cambio está únicamente en poner energía en lo que tenemos que nos gusta, en aquello que nos hace pisar fuerte. Porque no hay mujer más hermosa que aquella que está en eje, que refleja que goza de la vida, aún así que para unos ojos criticones ajenos tenga algún que otro kilo de más, o se haya pasado en estética.

La mujer que puede lograr que su imagen y su espíritu vayan de la mano, que su cabeza ya no le dice nada feo, que no le invade la inseguridad frente a cambios femeninos y hormonales, o al paso de los años. Todo lo va viviendo y atravesando como a ella le gusta, sin importar el qué diran y sin compararse con nadie. Aquella es la mujer que, al llegar a un lugar, vemos abrir la puerta de par en par y disfrutar de cada momento y situación a su placer, la vemos reírse, la vemos generosa con otras mujeres. Sin duda alguna, aquella es la mujer más hermosa.

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