Por Mariela Tesler
Sex Coach- Autora de “Ganas de Vos”
MAILS: info@marielatesler.com.ar
www.marielatesler.com.ar
@marietesler
Ser padres no significa dejar el disfrute sexual de lado. Aunque al principio parezca que la femme fatal se fue para siempre, es muy importante entender que no cambiamos de rol (de amantes a madres o padres), sino que sumamos uno y hay que adaptarse, volviendo a acomodarnos.
Cuando el recién nacido se queda finalmente dormido, estamos tan agotados que sólo pensamos en dormir. Sumamos esto a nuestra vuelta al trabajo, el esquema corporal modificado y a las tantas emociones que siguen invadiendo nuestro cuerpo y mente, tal como si fuera un torbellino.
Muchos hombres comienzan a ver a su mujer más maternal y cambian hasta posiciones, o dejan de decirle groserías, porque consideran que son “más de madre”. Cuesta conectarse nuevamente con la seducción y el deseo. Es muy importante conversar sobre lo que nos pasa y revisar lo que nos sucede para poder reencontrarnos.
A medida que el hijo/a va creciendo, se suman responsabilidades: llevarlo al colegio, revisar mochilas, viandas, guardapolvos, tareas, cumpleaños, médicos, ropa, amigos que se invitan, la lista es interminable. ¿Queda espacio para la pareja? ¿Dónde se ubica? La relación se acomoda en otro nivel. Ambos deben comprender que el juego sexual y su encuentro serán diferentes pero no por ello perderán calidad. No hay que asustarse. Es entendible que todo cambie cuando pasamos de dos a tres.
El cambio más fuerte para ambos es pasar del sexo espontáneo al planeado. Como en cualquier situación de cambio, siempre ganamos y perdemos algo. No nos quedemos añorando aquellos tiempos de “lo hago cuando quiero”: disfrutemos de esta nueva etapa, que también puede ser maravillosa y muy sexy.
Para mantener una vida sexual saludable viviendo en familia es necesario preservar nuestra intimidad. Esto significa que hay que tomar conciencia de los momentos para cada encuentro. En el caso de los bebés pequeños, hay que seguir el consejo de sacarlo del cuarto de los padres y hacerlos dormir en su habitación. El dormitorio, luego de unos meses, ya debe volver a ser territorio de la pareja.
Cambiar de escenario ayuda muchísimo. Muchas personas, mientras el bebé es pequeño y sigue durmiendo con ellos, se sienten intimidados por la situación. Aunque lo saquen del cuarto para tener el encuentro a solas, sienten aún su olor, como si estuviera presente. Les cuesta volver a conectarse, sacarse el “chip padres” y ponerse el “chip sexual”. En esos casos, salir de la casa es una solución para volver al deseo sin sentir el fantasma del hijo presente. Cuando son un poquito más grandes, es importante enseñarles a los niños a tocar la puerta para entrar al dormitorio de los padres.
Sumar condimentos, como juguetes sexuales, lencería o cosmética sensorial, ayuda a despertar nuevamente nuestros sentidos generando complicidad y juego a una pareja que podrá reinventarse y disfrutar.
Pueden dejarse algún mensaje hot en el celular mientras están en la oficina; rozarse casi sin querer mientras alguno cocina para la familia y susurrarse al oído lo que planean hacerse cuando todos se duerman: cosas así son detalles que les recuerdan que su vida íntima es tan importante como todo lo demás. Lo importante es halagarse y mimarse un poco más que de costumbre: el sexo no es sólo genitalidad, conectar emocionalmente es fundamental para que todo fluya y nos den ganas de algo más.