El reconocido diseñador y creativo argentino Guillermo Tragant comparte su enfoque sobre el diseño sustentable, destacando la importancia de integrar la sostenibilidad en cada etapa del proceso creativo. Desde la selección de materiales nobles y reciclados hasta la implementación de tecnología para minimizar el impacto ambiental, Tragant aboga por una moda consciente que combine ética y estética.
A través de su trabajo para marcas como Levi’s, Coca-Cola y su última colaboración con la firma italiana Destin, su visión apunta a crear piezas atemporales que desafíen el modelo de la moda rápida.
–¿Cómo integrás la sustentabilidad en cada etapa del proceso creativo y cómo influye en tus decisiones artísticas y proyectos, tanto propios como para marcas?
–La sustentabilidad tiene un rol muy importante en todos mis proyectos. El primer recurso que tengo en cuenta y cuido a la hora de llevar adelante un proyecto es el tiempo, tanto el mío como el del cliente y el de mi equipo. Trato de ser lo más eficiente en el proceso y pienso bien como aprovechar al máximo cada etapa.
En la etapa creativa, trato de manejar equipos pequeños y tomo decisiones artísticas asertivas, luego a la hora de producir los materiales y recursos disponibles son fundamentales, y aquí es donde se ven reflejadas las decisiones estéticas que generan valor.
El diseño sustentable implica una revalorización de materiales.
–¿Cómo seleccionás los materiales para tus proyectos y qué criterios priman en esta selección?
–Busco materiales de mucha calidad y nobles, como el cashmere, el cuero, la seda y el vidrio, por ejemplo, que se pueden reciclar y reutilizar, o materiales existentes ya utilizados que puedan ser reutilizados con algún proceso de estampado o confección o concepto innovador que lo re signifique creando un nuevo objeto. Por ejemplo, en mi última colección para Destin todos los materiales usados son de primera calidad, lo que hace que los pueden usar por mucho años. En cambio, en el proyecto muñeco para Levi’s creamos una colección de juguetes, vidrieras y activaciones a partir de prendas de segunda selección o dañadas que, a través de una idea y una narrativa nueva, cobraron vida nuevamente.
–En un mundo donde la moda rápida es dominante, ¿cómo lográs que tus obras y diseños mantengan relevancia y atemporalidad sin comprometer la sostenibilidad, y que la ética no limite a la estética?
–La originalidad de la idea y el diseño juegan un papel importantísimo y, si a eso le sumás un buen research y elección de materiales, se crean nuevos clásicos y objetos de colección que perduran en el tiempo. Lo importante también es limitar la producción o producir “on demand”: de esta manera sólo se crean las prendas u objetos que se van a consumir.
Un gran problema hoy en día son los landfills. Por ejemplo, en Chile, en el desierto de Atacama se tiran un promedio 39.000 toneladas de ropa al año. Y es una práctica común que las marcas de lujo incineren las prendas que no se venden en temporada para no hacer rebajas y mantener su percepción de valor. Esta es una práctica que ya en Europa se ha prohibido desde el 2023, pero en otras regiones sigue vigente. La industria de la moda es la tercera industria más contaminante del planeta.
Sólo pensemos en la cantidad de ropa que tenemos que no usamos, y que podría donar, vender o regalar. La tendencia general, y sobre todo en las generaciones más jóvenes de países desarrollados, es a consumir menos y mejor y que, incluso, parte de ese consumo venga de ropa o muebles vintage o los llamados “pre loved” para lograr cerrar el círculo de la economía.
–El concepto de «cradle to cradle» ha ganado popularidad en el diseño sustentable. ¿Qué tan presente está en tu trabajo y cómo lo aplicás a tus colecciones?
–Es un concepto que busco aplicar tanto a la hora de producir como de diseñar. Encontrando un balance que sea sano y positivo tanto para el negocio como para el medioambiente. Y no es sólo una manera de actuar, sino también un mindset que se puede aplicar a varios aspectos de nuestra vida, incluso a nivel cotidiano.
–En el proceso concreto del diseño de tus prendas para la marca italiana Destin, ¿qué desafíos enfrentaste en función de la sostenibilidad?
–Con Destin trabajamos desde el diseño pensando en un storytelling de varias colecciones, con ese “big picture” en la cabeza es más fácil planear a mediano/largo plazo. Y en el medio, me parece fundamental observar cuáles son los diseños o prendas a las que responde mejor el mercado, y en base a eso ajustar temas de color, texturas, diseños y producto.
Al ser una colección 100% producida en Italia bajo estrictas normas de calidad, la sustentabilidad es un eje fundamental del proceso. Y sólo usamos textiles de materiales nobles como el algodón, la seda o el cashmere.
–¿Cuáles de tus proyectos, campañas y colecciones cápsula sentís que ha logrado un impacto significativo en la moda consciente?
–Tengo varios que fueron relevantes a nivel sustentable, algunos realizados durante mi paso como cabeza creativa en Google, otros para Levi’s y Adidas Originals con mi agencia Furia, y la primera zapatilla sustentable en Argentina que hicimos en el año 2012 en una colaboración entre Coca-Cola y Topper con una suela 100% construida en PET reciclado.
Pero destaco dos que realicé en Texas mientras llevaba la dirección creativa del Dallas Market Center. El primero fue una activación enfocada en el denim como textil, donde presentamos una instalación y un desfile en colaboración con Wrangler y Ateliers & Repairs, en la que reciclamos más de 500 pares de jeans.
Y la segunda, una colección de edición limitada en la que contratamos a diseñadores locales para confeccionar una serie de prendas reutilizando las telas florales que adornaban la escenografía de un desfile. De esa manera, volvimos a darle vida útil a los materiales ya usados creando nuevas prendas sustentables y dándole trabajo a la comunidad creativa local.
–En términos de innovación tecnológica, ¿qué herramientas o procesos son esenciales en tu enfoque hacia el diseño sustentable?
–La tecnología cumple un rol primordial en la innovación y en el cambio de procesos. Hace poco tuve el privilegio de ver de primera mano dos compañías que están implementando fuertemente la tecnología en los procesos de producción minimizando el impacto ambiental. Una es Guess, que reemplazó los procesos de lavado con agua con un lavado a aire comprimido y sumando desgastados en láser en lugar de usar químicos o piedra.
Y la otra es una compañía de gorras en el norte de Italia que desarrolló unas viseras a base de maíz 100% degradables para reemplazar el uso de plástico en los sombreros. Estos son sólo algunos pocos ejemplos de la cantidad de innovaciones a nivel tecnología y materiales que se están empezando a usar.
Por otro lado, y siempre pensando en el ahorro de tiempo y materiales, la generación de modelos a través AI nos permite explorar creativamente morfologías y visualizar prendas que viven en el plano digital hasta que son llevados al mundo material y de esta manera minimizar insumos.
También a través del uso de la tecnología existe ya la posibilidad de trazabilidad de las prendas, esto permite al consumidor conocer y aprender todo sobre el camino que ha tenido un producto para llegar a sus manos.
–¿Qué impacto creés que tiene esta búsqueda en la cultura y la identidad argentina, y cómo tratás de reflejarlo en tus creaciones?
–Creo que lo que me ha aportado haber nacido y vivido parte de mi carrera en Argentina es desplegar esa creatividad que te empuja a encontrarle solución a miles de problemas a diario y a tener que resolver con poco. Esa creatividad aplicada en la restricción hace que cuando te encuentres con escenarios más favorables puedas hacer más con menos. Y eso también es una forma de sustentabilidad.
Y desde el lenguaje visual y la creatividad, rescato lo positivo como el tono. Hay una ironía, una manera de ver el mundo que es muy argentino y eso se lleva encima. Como la cultura del trabajo y el tomar riesgos, que es muy nuestro y nos ayuda a destacarnos por sobre otros a nivel global.
Fotos: Alberto Oviedo, Stewart Cohen, Weshootmuch y archivo Tragant.