Todos sabemos que no hace falta estar en un lugar para vivirlo a través de nuestros teléfonos cada vez más inteligentes. Pero, ¿cómo afectamos la estructura de nuestro espacio con las vibraciones de nuestras palabras, con nuestros pensamientos, con nuestra música?
Debemos ser conscientes de cuidar la vibración de nuestros espacios, ya que cada uno de nuestros lugares es como una burbuja dentro de la gran estructura que es nuestro hogar, barrio, país y en mayor medida nuestro planeta.
No sólo polucionamos o cuidamos nuestro planeta teniendo en cuenta el uso sostenible de los recursos, sino siendo conscientes de las palabras que decimos y pensamientos que callamos que alteran su estructura.
De esta forma Masaru Emoto nos mostró a través de sus cristales cómo la energía modela la materia. Como diría Platón: “el arte no es más que una pobre copia del original que habita en el mundo de las ideas”
Lo que Masaru Emoto hizo fue poner agua en botellas que etiquetó con palabras como amor, gratitud, odio, me das asco, también puso muestras de agua rodeadas de música clásica, o heavy metal. Luego congeló esas muestras y puso los cristales de hielo bajo el microscopio.
Para su sorpresa, las palabras luminosas de amor, alegría, paz y gratitud formaron cristales bellos y armónicos mientras que las que expresaban emociones de ira, asco, enojo formaban cristales caóticos sin estructura alguna.
Si pensamos que nuestro planeta es un 80% agua y que solo el etiquetar una botella con una palabra escrita, o dicha afecta su estructura. ¿Cómo afectarán entonces nuestros pensamientos, palabras y música a nuestro entorno? ¿Cómo cambia el paisaje, nuestros ríos, el agua que tomamos con nuestras historias de amor o nuestras discusiones?