Como su nombre lo indica, es el cuarto álbum de la agrupación, caracterizándose por ser uno de los discos más variados. La tapa contiene una ilustración de tres esqueletos posando como los tres monos sabios. Luego de una experimentación de sus integrantes en proyectos solistas, se reúnen y nace “IV”.
Con una fórmula característica, apuestan a los rapeos de B-Real propio de un contestador telefónico con comentarios esporádicos de Sen Dog. Éste es el primer álbum en tener influencias del metal, resultando en una renovación del concepto de disco de hip hop, entregándonos la clásica y conocida “Tequila Sunrise”.
Disruptivo, implacable y dotado de rabia, fuerza y poder en su fórmula completa que se compone de rapeos, samples e incorporación de elementos electrónicos, guitarras distorsionadas y efectos, despierta a cualquier oficinista aburrido un lunes a la mañana.
El duodécimo disco de la banda argentina se cuestiona todo a través de letras crípticas, rock de antaño, baladas y pop electrónico. Los portadores de la bandera del Nuevo Rock Argentino aún gozan de una vitalidad y creación que nos logra cautivar aún después de un legado de más de veinte años.
Se define más bien como una antología que enaltece la esencia inconfundible de los Babasónicos, resultando en sensualidad, ironía y crítica social. Observamos una presencia de la electrónica, el pop de radio, lo experimental, las baladas y el clásico sonido de la banda, sin cambios bruscos, para todavía ser reconocidos como ellos mismos.
Ideal para disfrutar completo mientras vamos en el auto o en el transporte público si el trayecto dura unos cuarenta minutos.