En esta reflexión, podemos decir que una vida sostenible no está basada sólo en usar un calefón que funcione con paneles fotovoltaicos. Una vida sostenible hoy está basada en la ética. ¿Qué es? Además del cuidado de la energía, debemos incluir también la economía y la igualdad social.
Tenemos la posibilidad de convertirnos cada uno de nosotros en un guardián de la sustentabilidad de la tierra eligiendo los productos que consumimos desde un lugar de significados, de contenidos. Por ejemplo, no consumiendo productos que fueron hechos con mano de obra esclavizada, ni mal paga, ni con materiales en extinción, ni utilizando energía no renovable. De esta forma podemos desde nuestros lugares aparentemente insignificantes cambiar el tipo de productos que nos ofrecen y la forma en que se fabrican.
El lujo dejará de estar expresado por objetos caros o marcas sofisticadas y pasará a estar basado en las emociones y experiencias que me producen los productos que consumo, como mi comida, la ropa con la que me visto, los espacios que habito o los objetos con los que lleno mi casa. Todo lo que consumimos deberá tener un sentido que trascienda la forma, que la signifique.
Viviremos entonces una vida sostenible en el tiempo cuando me interese lo que le pasa al otro, tenga consciencia social, cuando cuide las reservas del planeta no consumiendo de más ni de manera indiscriminada. De esta forma, sabiendo que lo que compro tiene un efecto en la economía y en la forma en que se genera energía y se usa el planeta.