Es una empresa con personalidad. No solo por cómo comunica sus productos y la propia marca, sino porque la llevan adelante tres hermanos muy jóvenes que le ponen claridad a la propuesta competitiva: demostrar que Paclin es un producto de calidad que rinde más.
Con una planta productiva que oscila entre los 230.000 y los 250.000 litros mensuales (casi al tope de su capacidad instalada), Paclin está entre las más grandes de las fábricas chicas. Pero a los «fierros» le suma un trabajo de marca atípico que busca un posicionamiento diferencial y una estructura comercial que combina bocas exclusivas y «apadrinadas» para ganar visibilidad en la vía pública. Además, trabajan una segunda marca (Pinturas Miura) para abordar el mercado menos sensible a las marcas y más al precio.
El canal comercial propio de 8 locales y las bocas apadrinadas se suman a un equipo de promotores técnicos y otras bocas minoristas. «Somos bastantes selectivos en cuanto a nuestros clientes (de retail), hoy -con la llegada de Rex a Córdoba- se demostró que cualquiera puede vender Tersuave, Alba y otras marcas, pero no cualquiera puede vender Paclin», analiza Federico Haefeli.
Las unidades de negocio de los hermanos Haefeli son tres:
LA FAMILIA
«Pinturas Paclin fue fundad por papá en 1980 y fue evolucionando, siempre con él abocado al tema industrial», explican los hermanos. «Mamá y papá nos siguieron apoyando hasta el día de hoy, pero fundamentalmente hasta el 2016 cuando ambos deciden ceder el 100% del paquete accionario de la empresa y salen del círculo propietario y nos hacemos cargo nosotros».