POR: Constanza Monferini Zapiola- @cotimonferini
El huracán surcoreano se llevó los principales galardones anoche en la entrega de los Oscar y te diremos porqué esta película hizo historia.
En el triunfo del film coreano hay un factor a tener en cuenta: en los últimos años, la Academia hizo un esfuerzo importante por ampliar su base de votantes con gente de cine que no necesariamente vive o trabaja en Hollywood. Por primera vez desde la creación del premio, 92 años atrás, una película de habla no inglesa ganó la estatuilla al mejor film. Es la primera vez también que la película ganadora del Oscar a lo que hasta el año pasado se conocía como mejor film extranjero (y a partir de esta edición ha pasado a llamarse mejor film internacional) hace doblete con el premio principal. Si a eso se le suma que su director, el talentoso Bong Joon-ho, también fue coronado como mejor director y autor del mejor guion original, el caso es ciertamente único. Hasta el domingo, ninguna película coreana había ganado un Oscar y de pronto, en una sola noche, Parasite obtuvo cuatro de los seis a los que estaba nominado.
Uno más entre los varios récords que rompe Parasite es el de quebrar una vieja maldición: que la película ganadora de la Palma de Oro del Festival de Cannes pueda ganar el Oscar. Esta situación no sólo fortalece a Cannes en su rol de descubridor de talentos sino también en su pelea con Netflix, que parece es también la de la Academia de Hollywood. Pero más allá de lo anterior, Bong Joo-ho, sin dudas es uno de los directores más locuaces, brillantes y polémicos de los últimos tiempos. Sin ir más lejos, a partir de su film “Okja” se suscitó el debate si las películas producidas por Netflix pueden competir en Cannes y otros festivales internacionales de gran categoría. A pesar de ello, Bong Joo-ho volvió de lleno con su característico cine de autor a la Competencia Oficial de Cannes con la Palma de Oro, llevándose los principales galardones de los Oscars 2020 como Mejor Película, Mejor Película Internacional y Mejor Guión Original.
Y no es para menos, ya que por medio de “Parásitos”, se refleja su maestría narrativa y su capacidad de provocación. El metraje relata desde la sátira más pura, dos realidades muy diferentes propias de dos familias surcoreanas: Por un lado, un núcleo familiar de clase baja, el cual ninguno de sus perteneciente tiene trabajo, viven en un sótano y sobreviven doblando cajas para una pizzería; y por el otro, otro grupo familiar de clase alta, que disfruta de todos los lujos que puedan imaginarse. El problema surge cuando, el hijo mayor de la primera familia, empieza a dar clases particulares a la hija de los adinerados, y se da una serie de entrelazos con resultados totalmente inimaginables.
“Parásitos” se desarrolla en dos espacios disímiles: La clase rica y la clase pobre. Si bien, la clase social es un concepto que engloba una estratificación social-económica y no un espacio geográfico, Bong Joo-ho optó inteligentemente por darle este carácter para hacer visible la lucha de clases, a través de la arquitectura doméstica con el fin de reflejar los mecanismos de dominación del neoliberalismo.
He aquí, que la supervivencia de cada grupo familiar (que representa cada clase) se da según su capacidad para conquistar un espacio, y por extensión, por la conciencia de no darlo por sentado. Lo anterior, es el pilar del relato, ya que la pérdida del control del espacio en sé que habita, se traduce en detrimento en cierta desventaja de la estructura social.
Por ello, a lo largo del film se viriliza esta guerra delirante, en donde la lucha se transcribe en una relación sadomasoquista en la que, por un lado, predomina la inversión de roles y, por otro, siempre hay alguien perteneciente a un escalafón más bajo dispuesto a rebelarse.
Pero la fluidez que presenta el director a lo largo del relato, permite mutar incluso el género: de una comedia a thriller con un gran equilibrio en los cambios de tonos dramáticos, con el objetivo que conformar una sátira sobre el mundo contemporáneo tan hiriente como conmovedora, que a pesar de ciertos excesos que se le perdonan.
PUNTUACIÓN: 10/10.