En principio, es de ser necesario establecer antes de dar inicio a este artículo aportar cierta base de la teoría psicoanalítica, para luego introducirnos en unos de los escritos más conocidos de Freud: La interpretación de los Sueños. Desde su teoría, se afirma la existencia de procesos mentales que yacen más allá de nuestro pensamiento consciente. Por ende, el ser humano no tiene posesión ni el manejo total de los procesos mentales, tanto consientes como inconscientes. En este sentido, el austriaco determina que los sueños son el primer eslabón de una serie de formaciones psíquicas y su valor es más teórico que práctico, ya que nos permite explicar “la génesis de las fobias, neurosis e ideas obsesivas”.
En esta línea, la obra creada por el padre del psicoanálisis, introduce el concepto de Yo y detalla el concepto del inconsciente en relación a la interpretación de los sueños. De esta forma, plantea que las mismas son una vía de acceso al inconsciente mediante el empleo de la asociación libre (técnica psicoanalítica que consiste en que el analizado exprese todas sus ocurrencias tal cual como se le presentan, sin ningún tipo de selección y estructuración del discurso), en base a los símbolos y elementos del mismo sueño.
En este sentido, se determinará en primera instancia, que los sueños son cumplimientos de deseos. Más bien, tentativas propias del mundo del inconsciente, que motivan la actividad onírica debido a la cancelación de la actividad motora (ya que estamos durmiendo), y proceden así, a solventar aquellas cuestiones que no se han resuelto de manera consciente.
Durante los sueños, el inconsciente para manifestarse y no ser captador por la conciencia, debe deformar el sentido de su información para pasar desapercibido por la censura de la conciencia. De esta forma, las formaciones oníricas en los sueños, no son lo que parecen ser en términos literales. Por ello, requiere de una profunda interpretación para poder descifrarlos de forma correcta (y sobre todo para
comprender el mundo subterráneo que representa nuestro inconsciente).
En base a lo anterior, Freud plantea que antes de analizar, se requiere de una selección de los elementos determinantes que aparecen en la formación onírica, y sucesivamente, el peso significativo que pueden llegar a tener en la reconstrucción de la historia del sujeto (particularmente en los aspectos infantiles e inconscientes y en la coherencia global correspondiente a dicha historia) (Freud, 1937).
Por lo cual, la interpretación de los sueños no es una técnica independiente, y por lo tanto, debe enmarcarse dentro del artificio de la terapia psicoanalítica, ya que lasreglas que gobiernan la lógica consciente, no son las mismas que operaran en el inconsciente (Freud, 1911).
Pero luego de la revolución del ‘20 del psicoanálisis, producida por el cambio de la teoría freudiana fundado por el mismo Freud, introduce por medio del escrito Más allá del Principio de Placer, una reestructuración de esta primera tentativa. A partir de esta revolución, el austriaco determinará que los sueños no se constituyen por el cumplimiento de deseo, sino por la coexistencia de la pulsión de vida y de muerte de nuestra psiquis. Es decir, por la convivencia no están pacifica de aquello que nos lleva hacia un estado de Nirvana y a la muerte misma.