El Costume Institute del museo Metropolitan ha dado a conocer el código de vestimenta oficial para la Gala del Met de 2022, que dará paso a la exposición “In America: An Anthology of Fashion”
En la parte inferior de las invitaciones de la Gala del Met que se envían cada primavera figura una inscripción pequeña en tamaño pero vital en importancia: el código de vestimenta. En 2020, para «Camp: Notes on Fashion» («El camp: Apuntes sobre moda) era una estudiada trivialidad. En 2021, para «In America: A Lexicon on Fashion», («El léxico de la moda estadounidense»). fue la independencia del país. Y el 2 de mayo de 2022, con motivo de «In America: An Anthology of Fashion» («Antología de la moda estadounidense»), la etiqueta será el glamour de la Edad del Oro.
Así que ya sabes: toca desempolvar las novelas La edad de la inocencia y La casa de la alegría que Edith Wharton publicó a principios del siglo XX. La Met Gala de 2022 pedirá a sus asistentes que encarnen la grandeza, y quizá la dicotomía del Nueva York de la Edad del Oro.
Para las altas esferas, la moda de la época se definía por el exceso. La invención de los telares eléctricos y de vapor abarataron y aceleraron la fabricación de los tejidos. En consecuencia, los vestidos solían combinar varios de ellos (raso, seda, terciopelo o flecos) e incorporaban adornos como encajes, lazos y volantes, de acuerdo con el edicto oficioso: más, es más.
Los colores destacaban por su riqueza, con multitud de tonos joya intensos. Los claros solo se llevaban en casa, ya que eran poco prácticos para caminar por las calles de Nueva York. Había que salir con sombrero, que los neoyorkinos solían adornar con plumas; de hecho, en 1895 se fundó la Sociedad Audubon, cuyo objetivo era proteger a las aves frente al mercado de los sombreros. Los corsés eran ubicuos y entre 1870 y finales de la década de 1880 las mujeres usaron polisones para alargar sus traseros: se decía que un polisón debía ser lo suficientemente grande como para albergar un servicio de té. En la década de 1890 los polisones perdieron fuelle y fueron sustituidos por las mangas de borreguito, faldas con grandes volúmenes y peinados con copete. Esta estética se popularizó aún más gracias a Charles Dana Gibson, cuyas ilustraciones a pluma de la “Gibson Girl”, con su silueta de reloj de arena, figuraban por doquier en la prensa y la publicidad.
No quiere esto decir que en la Edad Dorada solo se vistiera ropa formal. A medida que actividades como el ciclismo y el tenis se se asentaron en las rutinas de la clase acomodada, la ropa deportiva se convirtió por primera vez en una parte fundamental del vestuario. Muchas mujeres empezaron llevar conjuntos de blusa y falda larga que les permitía moverse más fácilmente, como podemos ver en el retrato que John Singer Sargent pintó en 1897 de Edith Minturn, una adinerada mujer de la Edad del Oro.
El tiempo dirá cómo declinan este código de vestimenta los invitados de la Met Gala de este año cuando lleguen al ilustre museo el primer lunes de mayo.