Wabi se deriva de la raíz wa, que se refiere a la armonía, la paz, la tranquilidad y el equilibrio. Sabi, por su parte significa “la flor de tiempo”. Implica la progresión natural del tiempo, la decadencia, la degradación, el brillo apagado de lo que una vez fue esplendoroso. Significa entender que la belleza es efímera, y juntos hacen referencia a la belleza de lo imperfecto, de lo defectuoso o lo inacabado.
Este concepto extrae directamente de la naturaleza sus tres ideas básicas: nada es perfecto, nada es permanente y nada está completo. Se trata de apreciar las imperfecciones, los materiales naturales en crudo, las líneas simples, colores apagados y todo lo que nos traslade a la naturaleza. Venera la autenticidad por encima de todo. Se celebran las grietas y las hendiduras en los objetos y todas las otras marcas que el tiempo, el clima y el uso dejan atrás.
La estética Wabi Sabi es más intuitiva que intelectual, descrita por la presencia de los procesos naturales y el ambiente íntimo, la sencillez, la modestia, la asimetría y la aspereza.
La clave está en no exagerar y dejar que las cosas caigan de la manera más natural posible, aprendiendo a abrazar las manchas, el óxido, los bordes deshilachados y el paso del tiempo que representan.
Me gusta usar este concepto en mis muebles, utilizando la madera maciza principalmente. Cada pieza es única y nos sorprende con una particularidad nueva en donde muchas veces dejamos seguir su curso o bien jugamos con estas imperfecciones y asimetrías, combinando otros materiales.
No existe una producción exacta, nunca se sabe hasta el final con qué nos va a sorprender el material, incluso con el correr del tiempo puede que nos presente un nuevo camino.